los colores aliatados
y el torpe aroma de la arena.
Lejos hierven los espejos
y se afilan sin dientes las palabras.
tengo miedos y humo por las manos
sedientas y me crucifico en monosílabos.
Que haya paz,
tinta ensangrentada o besos errantes,
que haya paz,
por los cajones y las aceras mugrientas,
que haya paz en mis sienes
y en mis silencios:
que me apaguen los ojos,
que me derritan los sueños...
pero sin rezar mi nombre hueco.
ADAEV